Productividad es dignidad

28 Nov 2022
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Desazón, fue la emoción que me despertó el reciente informe del Consejo Privado de Competitividad y la Universidad del Rosario sobre Medellín y su Área Metropolitana.   Los datos arrojan certezas sobre la forma en que las sociedades, la nuestra, usan sus recursos disponibles para generar mayor riqueza, más y mejores empleos, una mejor provisión de bienes y servicios esenciales para el buen vivir.  

 

¿Cómo nos fue? 

 

De nuevo Medellín y su Área Metropolitana ocuparon el segundo lugar entre 32 ciudades evaluadas, somos superados por Bogotá D.C.  

 

Aunque una segunda posición suena honrosa, lo cierto es que, en un factor determinante para la competitividad de esta ciudad y sus municipios vecinos, como es el del capital humano, nos rajamos y eso requiere una revisión profunda: tenemos retrocesos en indicadores esenciales.

  

En este escrito me concentraré en ese factor, que está relacionado con los pilares que afectan la salud, formación y el desarrollo de las personas, quienes son el motor de la competitividad. El componente refleja la situación de las ciudades en cuanto a salud- acceso y su impacto-, educación básica y media- cobertura y calidad- y educación superior y formación para el trabajo -eficiencia de recursos y pertinencia-.   

 

Los números: 25 de cada 100 niños, con menos de 1 año, no tienen la vacuna  triple viral - sarampión, rubéola/síndrome de rubéola congénita y paperas- y 29 de cada 100 no cuentan con la dosis DTP –tétanos, difteria y tosferina-. Retrocedimos décadas.

 

¿Dónde están esos menores?  Es urgente salir a buscarlos y encontrarlos. Más allá de su obvia dignidad, la vacunación es prevención, con alto grado de efectividad, de la ocurrencia de enfermedades costosas de tratar, que dejan secuelas y riesgo de muerte, y a su vez limitan la generación de ingresos individuales y colectivos.   

 

En educación básica y media, uno de cada diez niños no tiene asiento en una institución educativa y quienes lo hacen deben compartir el aula con 30 o más compañeros, lo que limita alcance y calidad. En estos indicadores somos superados por Tunja, Pasto, Cali y Bogotá.    Una ruta: más profesores, persistir en la implementación de la jornada única de 8 horas para darles más tiempo de aprendizaje a niños y jóvenes; mejorar y ampliar infraestructura.   

 

Es incoherente ocupar el segundo lugar en materia de ingreso y competitividad, y al mismo tiempo ser incapaces de garantizar condiciones básicas de educación y salud.  

 

En educación superior se destacan los buenos resultados asociados a indicadores como la calidad de los docentes y el número de egresados del SENA que se enganchan con éxito en el mercado laboral. Sin embargo, Medellín y el Área Metropolitana, permanecen rezagados en cobertura y formación para el trabajo. 

 

De ahí la desazón, de unas cifras que tienen nombres y apellidos, que se traducen en pobreza y nos alertan sobre problemas de salud graves en el presente y futuro cercano.  

 

La productividad es también dignidad, entender que para vivir bien hay que tener un crecimiento incluyente que impulse la generación de riqueza y ponga el factor humano en el centro.   

*Presidenta Ejecutiva Proantioquia

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