

¿Qué pasa cuando los niños abandonan la escuela?

En Colombia, de cada 100 estudiantes que ingresan a la educación básica primaria, sólo 44 logran terminar la educación media completa. ¿Qué ocurre con los otros 56? Abandonan la escuela, se quedan en la mitad del camino de su formación, es decir, desertan del sistema escolar.
Esta cifra, 44 de cada 100 estudiantes que logran completar su trayectoria educativa, corresponde a un balance entregado por el Ministerio de Educación en julio de 2019, cuando aún no se habían cerrado las escuelas por causa de la pandemia. Esto significa que el panorama hoy es más alarmante: el DANE informó que el indicador de inasistencia escolar en todo el país pasó de 2.7% en 2019 a 16.4% en 2020, siendo las zonas rurales las más afectadas: allí el índice pasó de 4.8% a 30.1%. La brecha es preocupante, niños, niñas y adolescentes que viven en la ruralidad están en mayor desventaja.
La pandemia, sin duda, agudizó el problema -UNICEF calcula que 137 millones de niños dejaron de recibir educación presencial en América Latina y el Caribe-, pero las causas de la deserción escolar vienen de antes, son múltiples y son estructurales. Es decir, son tan complejas como la sociedad misma.
Para comenzar, es necesario hablar del conflicto armado. Según el Observatorio de Niñez y Conflicto Armado de la COALICO, en Colombia, durante el primer semestre de 2021, 6.951 niños, niñas y adolescentes fueron víctimas de desplazamiento forzado; se registraron 6 eventos de ataques y ocupación de instituciones educativas en los cuales 3.500 niños, niñas y adolescentes se vieron afectados, y la Defensoría del Pueblo emitió 9 alertas tempranas, de las cuales 6 señalaron riesgo de reclutamiento forzado en por lo menos 18 departamentos del país. Como señala Juan Felipe Aramburo, coordinador de Formación educativa de Proantioquia, entre 2020 y 2021 se incrementó 365% el reclutamiento de niños escolares a grupos armados ilegales.
“Este dato es monstruoso, sí, la guerra nos está robando a los niños”.
El conflicto armado es una de las principales causas, pero hay muchas más. “Hay otros factores que tienen que ver con los ambientes, los climas y la capacidad de acceso a las escuelas -agrega Aramburo-. Colombia es un país donde muchas escuelas, sobre todo en el contexto rural, son inaccesibles. No son gratuitas esas imágenes de niños volando en una garrucha sobre un cañón para ir a estudiar. Ese tipo de cosas hacen que sea muy difícil para alguien, por ejemplo, que tenga que caminar todos los días tres horas para llegar a la escuela, que se mantenga allí. En términos de ambiente me refiero a las infraestructuras que, en muchos casos, son muy precarias porque nuestra apuesta social no ha permitido que tengamos unas infraestructuras decentes. En Antioquia, por ejemplo, más de 500 escuelas no tienen acceso a agua potable”. Y si a esto sumamos la brecha tecnológica, tendríamos que decir que en este mismo departamento sólo el 18% de las escuelas rurales tiene conexión a Internet.
A estos factores se suman las condiciones socioeconómicas de las familias. En muchos casos, los adolescentes abandonan la escuela para empezar a trabajar a muy temprana edad. En otros, si es necesario elegir quién continúa en la escuela, las familias optan por los hijos hombres, de quienes se espera que más tarde accedan al mercado laboral. Es decir, la brecha de género también es un factor que incide de manera directa en la deserción escolar.
¿Consecuencias irreparables de la deserción escolar?
Si estas son las causas que originan la deserción escolar, habría que preguntarse entonces cuáles son sus consecuencias. ¿Qué sucede cuando los niños, niñas y adolescentes abandonan la escuela? La respuesta se da en dos vías: lo que sucede con los niños y sus proyectos de vida, y lo que le ocurre a una sociedad que no logra mantener a los estudiantes en el sistema educativo.
Una trayectoria educativa truncada es un proyecto de vida truncado. Juan Felipe Aramburo lo explica así: “Primero, la escuela es un espacio protector. Entonces, cuando el niño o la niña deja de ir a la escuela:
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Tiene más riesgo de entrar a actividades ilícitas.
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Se dificulta el proceso de aprendizaje de saberes y competencias básicas que le van a permitir leer y comprender mejor el entorno en el que vive.
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Se truncan los procesos de formación ciudadana, porque los niños dejan de ir a un espacio donde se encuentran con los otros que piensan diferente y empiezan a generar relaciones de aceptación, tolerancia y favorecimiento de la diversidad.
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Se interrumpe la formación en lo que llamamos habilidades socioemocionales, que se refiere al uso de las emociones para existir con otros.
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En Colombia el sistema educativo está pensado para que en la escuela no sólo sucedan las prácticas pedagógicas, sino también la atención nutricional, la jornada complementaria en artes, la recreación, entre otros, entonces todos esos programas complementarios, que son igualmente formativos, dejan de existir para quien no vaya a la escuela”.
En un país en el que, para muchos niños la única comida con valor nutricional de cada día es la que reciben en la escuela, habrá que preguntarse qué sucede con el desarrollo físico y mental de quienes abandonan los estudios.
Y, por supuesto, una sociedad conformada por tantas personas que en su infancia o juventud abandonaron la escuela, evidencia estas consecuencias en colectivo: se perpetúa la pobreza, se amplían las brechas de desigualdad, la democracia pierde la posibilidad de tener ciudadanos políticamente activos y con ideas claras de bienestar y vida en comunidad. ¿De qué sociedad hablamos cuando no se garantiza la permanencia en la escuela? “Estamos hablando de una sociedad precaria, como la nuestra”, explica Aramburo. Con conflicto armado, con una democracia precaria, con un irrespeto hacia otras formas de reconocer el mundo y hacia otras miradas de la vida, una sociedad polarizada, que privilegia los intereses de las élites al bienestar colectivo, una sociedad con enormes brechas de pobreza instaladas, que no reconoce que otras formas de ver el mundo son posibles”.
Accede a más información en: www.parchemaestro.com
Charla / octubre 25: La prevención de la deserción escolar como apuesta para disminuir las brechas sociales:

Panel / octubre 25: Primera infancia y relaciones de trayectorias educativas completas:

Presentación de proyecto / octubre 26: Sueños Dabeiba:

Charla / octubre 26: Lenguajes, medios y mediaciones para la inclusión educativa:

Panel / octubre 27: Escuela post-pandemia: qué escuela creamos los/las docentes después de la COVID-19

Conversación / octubre 27: La escuela como espacio para las diversidades y multiplicidades

Panel / octubre 28: Recursos y herramientas para la docencia: actividades para la práctica docente

Conversación / octubre 28: Escuela de nuevas oportunidades como modelo para la inclusión
Parche Maestro es una iniciativa de Proantioquia y la Fundación Kreanta que, en su versión 2021, se realiza entre el 25 y el 29 de octubre, en formato digital. Ofrece una agenda abierta de charlas, paneles, conversaciones y sesiones de experiencias y presentación de materiales, que son transmitidos a través de los canales de Youtube y Facebook de Parche Maestro. La agenda completa se puede consultar y revivir en www.parchemaestro.com.
Visita también: www.maestros.proantioquia.org.co
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