México se ha convertido en un gran jugador de la economía global. Su proximidad a Estados Unidos y Canadá lo han convertido en un territorio preferido para el nearshoring, el traslado de capacidades productivas de un país a otro, más cerca del consumidor final. Por encima de China y Canadá, es el primer socio comercial de Estados Unidos, con un volumen de negocios creciente que llegó a 475 mil millones de dólares en 2023. Toda una revolución exportadora.
En particular, la ciudad de Monterrey es el epicentro de este fenómeno. Con más de 4 mil empresas con capital extranjero allí asentadas, la producción en sectores como el automotriz, los electrodomésticos, alimentos, la energía y el software, entre otros, ha generado más de 750 mil empleos en los últimos 3 años. Multinacionales como Lego, Mattel y Mondelez, hoy producen desde allí para el mundo.
Medellín y Monterrey tienen muchas similitudes. Grandes empresas tienen en ellas su base, así como emprendimientos innovadores que impulsan nuevas actividades como las industrias creativas y el turismo. Lo anterior, en un ecosistema que tiene como forma de trabajo, la colaboración entre el sector público, privado, la sociedad civil y academia.
Por todo lo anterior, y en el marco de Antioquia Emergente, Comfama, EAFIT y Proantioquia, realizamos una misión empresarial a esta ciudad, buscando aprender, colaborar y consolidar alianzas con un socio natural. Partimos de una hipótesis: complementar a México y ver a este país como plataforma para integrarnos a las cadenas globales de valor, teniendo en cuenta que Antioquia tiene un papel fundamental en la exportación de productos especializados y de alto valor.
La visita nos permitió entender que, si bien este es un camino para considerar, no deberíamos replicar de forma automática modelos por haber resultado exitosos en otros lugares. Hoy emerge una oportunidad única: hacernos la pregunta por el tipo de ciudad que queremos y diseñarla.
¿Queremos ser una economía manufacturera - industrial o, por el contrario, dar un salto y, como propone el ex-director del TEC Salvador Alva, insertarnos en la economía del conocimiento? Aprovechar lo que ya hoy los mercados globales nos están diciendo, al reconocer a Medellín como una potencia creativa, parece ser la mejor opción.
El momento esperado de conectarnos con el mundo está ocurriendo. Medellín debe entender su vocación, sus ventajas y capacidades y diseñar una ruta que nos permita atraer más inversión y jalonar un desarrollo económico que se traduzca en mejor calidad de vida para todos. Requerimos proyectos ambiciosos de ciudad y un liderazgo decidido del sector privado.
A las instituciones, como habilitadores del ecosistema, nos corresponde actualizarnos para entregar lo que hoy se nos demanda. La inclusión de las voces de los emprendedores en los espacios de toma de decisión permitirá dicha correspondencia.
La ciudad del futuro requerirá de un talento especializado, y en esto, la academia tiene un rol trascendental. Centros de investigación enfocados en la ciencia, tecnología e innovación, garantizarán la atracción del mejor talento.
Tenemos todo para hacerlo. Soñemos en grande. Como lo dijo Alva, a la velocidad que viene el mundo, dar pequeños saltos, significará perder.
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